De “abismal” calificaba el especialista en Comunicación Guillermo Rothschuh Villanueva la comparación entre los diarios END y La Prensa y los telenoticieros Crónica y Acción 10 en cuanto al tratamiento informativo dado por estos medios a noticias cuyas protagonistas son las mujeres víctimas de violencia. Después de leer el artículo de opinión “Periodismo con rostro de mujer”, aparecido en El Nuevo Diario hace sólo dos días, me quedé con la duda acerca de quién de los dos, mi profesor de Comunicación de la Universidad Centroamericana o yo hemos estado leyendo otro END. O ¿será que de unos días en adelante en ese diario por fin darán otro tratamiento al tema en cuestión?, interrogué para mis adentros.
Me quedé divagando sobre el tema, pensé en escribir algo al respecto y después lo dejé pasar.
Hace sólo un momento, no pude evitar recordar a Rothschuh haciendo uso de su nunca bien ponderado léxico, cuando en su artículo se refiere a la nota roja de los canales 8 y 10 como “esa enorme gangrena a la que ceden diariamente tres cuartas partes de sus noticieros”. Pero esta vez, cual lobo de Gubbio domado por Francisco de Asís, END había vuelto a sus andadas. A través del Twitter leí: “Colegiala violada casi se desangra”, una nota roja cuya protagonista no era una mujer. Era una pequeña niña de tan sólo 8 añitos.
Leer el titular de END en el Twitter me revolvió el estómago; me llené de una rara mezcla de ira, repugnancia, asco y mucho dolor. Pero ese coctel amargo de negativas sensaciones no sólo me nace hacia el malhechor. También lleva su parte el diario, que bien pudo haberse puesto en la piel de la niña o en el lugar de la madre, la tía o de cualquier familiar dolorido por el suceso, y una vez sintiendo el dolor, poder redactar la nota respetando los derechos y hasta los sentimientos de la víctima y sus familiares.
Que una imagen vale más que mil palabras venimos repitiendo desde antaño, y de ahí lo odioso y lacerante que puede resultar ver por televisión el drama vivido por miles de mujeres diariamente en nuestro país, pero ¿qué hay del poder que tienen las palabras de hablarnos directamente a los sentidos?
“La niña corrió por más de 12 cuadras con la ropa ensangrentada para llegar a la casa de su mamá”, describe la nota, haciendo a nuestra vista más dolorosa la tragedia de la pequeña, y desvela al final: “la menor fue sometida a un peritaje para confirmar la violación”, como si no fuese suficiente la monstruosidad ya figurada con el titular en nuestra mente.
Cabe aquí una vez más el llamado que hacía Rothschuh en su artículo a los medios impresos: “resta dar el paso definitivo y no volver a consentir en sus páginas ni titulares ni fotografías que hagan escarnio con la desgracia femenina”.
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